A comienzos del siglo XIX tuvo lugar la Revolución Industrial, un período histórico de gran relevancia en el que sucedieron enormes transformaciones económicas, sociales y culturales. Lo curioso es que muy probablemente la mayor parte de la población no fue verdaderamente consciente del enorme impacto de estos cambios, a pesar de estar viviéndolos en primera línea. Seguramente debido a que, para tomar consciencia de determinados sucesos, necesitamos distanciarnos lo suficiente de ellos.
En la época actual en la que vivimos, por otro lado, parece que vivimos un cambio de magnitudes similares. Un conjunto de transformaciones a diversos niveles (la educación, las finanzas, el mundo laboral,…). Los enormes avances tecnológicos no están cambiando únicamente cómo hacemos nuestras actividades cotidianas; en realidad, están cambiando nuestra forma de entender el trabajo, nuestra forma de relacionarnos e incluso nuestra forma de percibir nuestro entorno.
Algunas ideas clave que creo que podrían resumir estos cambios podrían ser las siguientes:
- Internet ha permitido la evolución del papel tradicional de consumidor de información al concepto de prosumer (consumidor y productor). Esto ha provocado un cambio de cómo percibimos nuestro papel en el mundo actual. Somos más participativos pero, paradójicamente, más independientes a nivel ideológico y de pensamiento.
- Las redes sociales y las comunicaciones nos permiten estar más conectados con los demás. Aunque es cierto que no implica que las relaciones sean más duraderas o de mayor profundidad, nos comunicamos diariamente con una cantidad mucho mayor de personas que lo que hacían nuestros abuelos. Nuestro círculo de influencia social es mucho más grande.
- El ritmo de generación de contenido está alcanzando unas cifras elevadísimas. Hay estudios que estiman que cada semana generamos un volumen de contenidos prácticamente superior al acumulado hasta ahora en toda la Historia (ver fuente). Ha surgido el concepto de ruido de información (algo que sencillamente podía ser impensable a comienzos del siglo XX), lo que ha derivado a su vez en serios problemas de productividad y concentración mental (algo que, por otro lado, no solía ser un motivo de preocupación en la población hasta hace pocos años).
- Se sistematiza la aparición de iniciativas populares para colaborar conjuntamente (como Change.org o proyectos de crowdfunding). Hace un siglo este tipo de movimientos también ocurrían, pero eran puntuales, siempre vinculados a crisis sociales y muy difíciles de reproducir.
- La relación entre trabajadores y empresas está variando enormemente. Cada vez el papel individual es más relevante. Los conceptos de marca personal y la red de colaboradores fomentan un papel más proactivo del ser humano, muy lejano del concepto de «operario mecánico» del taylorismo.
- Cada vez es menos relevante la memoria y retener información. Hoy en día es más importante disponer de la capacidad de recopilar información y la capacidad de razonamiento. Este cambio de enfoque está suponiendo grandes retos para el modelo educativo actual, ampliamente basado en el desarrollo de la capacidad de retener datos.
- El ciudadano medio del mundo occidental tiende a estar permanentemente conectado al mundo digital. Los dispositivos móviles como smartphones y tablets no han cambiado únicamente nuestra forma de disfrutar del ocio, sino que en realidad nos acercan cada vez más a incorporar el aspecto tecnológico en cada instante del día. Cada vez tiene menos sentido la diferenciación entre vida online y vida offline.
- El fenómeno de globalización, tal y como comenzó en la década de los años 90, ha terminado por estar profesionalmente instaurado y socialmente aceptado. La manera en la que las grandes empresas hacían negocios hace cuarenta años no tiene mucho que ver con cómo operan actualmente.
- Fruto de todo lo anterior, los términos competir, colaborar y participar están cada vez teniendo un ámbito mucho mayor. Las distancias geográficas nos parecen ahora mucho más pequeñas que generaciones anteriores. Ya difícilmente entendemos que nos desarrollamos en nuestro pueblo o en nuestra ciudad. La visión de nuestro papel en el mundo, nuestra escala, ha aumentado enormemente.
Es muy difícil predecir con exactitud cuál será el modelo de sociedad dentro de 20 años, pero sin duda estamos inmersos en un pleno proceso de transformación social y cultural de gran profundidad.
Aunque la grave situación económica actual y los enormes problemas derivados del modelo político y financiero empañen nuestra visión de la realidad, es importante ser conscientes de los enormes cambios que estamos viviendo. Ser conscientes de ello es el primer paso para sacarle partido y para saber aprovechar estos cambios. Unos cambios que han modificado (y continuarán haciéndolo) nuestra forma de trabajar, de disfrutar de nuestro tiempo, de relacionarnos con los demás, de percibir la realidad y, en definitiva, de vivir.
En esta línea, me gustaría compartir el siguiente programa de Redes (que ha servido, de hecho, como inspiración para este post):
Imagen bajo licencia Creative Commons. Fuente de la imagen: Kirklees Image Archive