“Management is doing things right; leadership is doing the right things.”
“Dirigir es hacer las cosas bien; liderar es hacer las cosas adecuadas.”
(Peter Drucker)
Durante el 2011 y 2012, sufrí una carga de trabajo considerable. Trabajaba en una pequeña empresa con pocos recursos y donde no siempre las tareas se repartían de forma equilibrada entre todos. Esto provocaba que tenía que trabajar bastante más de las 40 horas habituales semanales, haciendo diversas funciones: dirigía proyectos, desarrollaba software como un programador más del equipo, realizaba funciones de análisis y documentación como un consultor y actuaba como preventa (y algunas veces como comercial). A veces me sentía como un hombre orquesta, lo que tuvo una serie de repercusiones positivas (y otras no tan positivas, aunque eso es motivo de otro post).
En cualquier caso, me vi en la obligación de buscar material relacionado con productividad personal. Básicamente, por una cuestión de salud: casi «me iba la vida» en ello. Y de esa experiencia, adquirí nociones de varios métodos, como GTD de David Allen o ZTD de Babauta, técnicas Pomodoro, ideas de Lean Management o de Agile, por mencionar algunas. Algunas herramientas como tableros Kanban, una libreta (solución simple donde las haya, pero que desde entonces siempre llevo conmigo alguna) o Evernote se convirtieron en elementos cotidianos de mi día a día.
Trasteando por Internet, di con una serie de personas que hablaban con frecuencia de este asunto, que publicaban información, consejos y, sobre todo, pautas de enfoque.
Una de esas personas era Berto Pena, autor del blog ThinkWasabi. Berto Pena impartió en su día unas charlas en una «Jornada sobre tecnología y productividad personal» de la Cámara de Comercio de Valladolid, disponible actualmente en YouTube. El contenido es largo (casi 4 horas en total) pero lo habré visionado una docena de veces (obtuve el audio del vídeo y lo escuchaba cuando salía a correr, me lo ponía de fondo cuando hacía labores mecánicas como consultor, etc.).
En esas charlas, Berto Pena da muchas ideas y consejos, pero una de las perlas que más me marcó y más impacto tuvo en mí fue el concepto de que «en realidad tú cada día tienes que hacer 3 o 4 cosas, pero las tienes que hacer rematadamente bien«.
En un contexto laboral en el que parece que estar ocupado es ser productivo, y confundimos estar agobiado con ser profesionalmente eficaz, este mensaje parece no tener mucho sentido. Básicamente, porque no podemos dejar de hacer las otras 10-20 cosas que hacemos diariamente, y la premisa de Berto Pena no parece realista. Centrarte en hacer sólo 3 o 4 cosas, implicaría dejar otras 15 para el día siguiente, es sencillamente acumular trabajo para mañana.
Pero el enfoque de Berto Pena con esa frase no es dejar de cumplir con el resto de obligaciones, sino entender de verdad cuál es el impacto que tienes con tus tareas, y saber detectar cuáles son las 3 o 4 cosas en las que, en realidad, puedes tener un impacto BRUTAL si se hacen con excelencia.
Todos tenemos tareas que son difícilmente trasladables a otra persona (nos toca a nosotros abordarlas, no pueden ser delegadas), que son tareas exigentes, que requieren concentración o exigen creatividad… o sencillamente son aquellas en las que tu talento y tus puntos fuertes marcan realmente una diferencia. Para mí personalmente, el criterio que me permite identificarlas es, sobre todo, ver que son tareas que, si se hacen excepcionalmente bien, me liberan de nuevos problemas futuros. Son tareas que, además, si salen mal, tiene impacto en personas, en mis relaciones con ellas o el simple hecho de rehacerlas es terrible. En definitiva, son las 3 o 4 tareas que son el corazón de tu trabajo.
Desde entonces, cada día intento detectar, de todas las tareas que tengo sobre la mesa, cuáles son aquellas 3 o 4 tareas en las que la excelencia supone un diferencial, y donde prestarles el mayor de mis cariños tiene un impacto significativo (y además, no sólo ese mismo día, sino a medio plazo). Son esas 3 o 4 tareas donde puedo poner en acción mis puntos fuertes, mi talento. Son esas 3 o 4 tareas que no quiero permitirme a mí mismo tener que rehacerlas, se tienen que hacer excepcionalmente bien. No se trata de hacerlas y resolverlas con mera contundencia, se trata de hacerlas de manera que podrían enmarcarse como un caso de éxito.
Todo lo demás, son tareas adicionales, cosas que tenemos que hacer por obligación, porque otros lo necesitan, por imprevistos,… Esas también hay que hacerlas, por supuesto. Pero no forma parte de los grandes retos del día, y por lo tanto no tienen el 100% de mi energía.
Porque es imposible prestar la máxima atención en todo lo que haces. Por ello, el truco, en mi opinión, es saber en qué tareas tienes el mayor impacto, aquellas que son tus tareas clave, y procurar por todos los medios hacerlas rematadamente bien. Cada día.
Imagen bajo licencia Creative Commons de Steve Thompson. Fuente: Flickr