Un mundo automatizado para un entorno cada vez más competitivo
Desde la Revolución Industrial, la búsqueda de la eficiencia y la competitividad se han convertido en pilares básicos para la supervivencia de las empresas. Sin embargo, el impacto de la tecnología en nuestros últimos 30 años está suponiendo un nivel de avance que difícilmente podría haberse previsto hace un par de generaciones.
Particularmente, la automatización en el ámbito laboral está empezando a tener repercusiones que incluso van más allá de la robotización industrial de las cadenas de montaje. En la medida en la que la Inteligencia Artificial se abre paso en nuestro día a día, ya es posible emplear sistemas electrónicos en entornos donde hasta bien poco sólo podían intervenir los seres humanos debido a la incertidumbre del mundo real.
La automatización está avanzando tanto que Gartner ha estimado que en el año 2025, más del 20% de los productos serán fabricados, producidos y entregados sin ser tocados por ningún ser humano. Es decir, el comprador será la primera persona en el planeta en que toque ese objeto adquirido.
El motivo de tanta automatización es que actúa como pieza clave en pos de la búsqueda de la eficiencia y la reducción de costes. Gartner también estima que para el año 2024 las organizaciones podrán reducir hasta el 30% de sus costes operativos, a través de una adecuada combinación de automatización y rediseño de sus procesos de negocio.
Según la misma consultora, se espera que el mercado de la automatización alcance casi los 6.000 millones de dólares, y la ha reconocido como una tendencia tecnológica clave por tres años consecutivos en 2020, 2021 y 2022.
Automation is coming
Curiosamente, la automatización en el mundo laboral nos resulta más visible en los entornos físicos, que tienen que ver con la manipulación de la mercancía o su transporte. Sin embargo, también se está dando en el ámbito de las oficinas, de manera no siempre evidente pero que avanza inexorablemente. En el año 2018, un estudio de McKinsey afirmaba que el 57% de los encuestados estaban ya realizando pruebas piloto de automatización de procesos en unidades organizativas de su empresa.
Estos avances tecnológicos han fomentado en más de una ocasión la reflexión de cómo queda la población activa en este nuevo escenario, llegando al punto de cuestionar hasta qué punto los robots no deberían contribuir a la Seguridad Social y al sistema tributario en general.
A pesar de todo lo anterior, en mi entorno cercano veo muchos trabajadores que, curiosamente, consideran esta tendencia como una evolución de ciencia ficción. Como algo muy alejado de ellos y que tal vez tenga impacto, en todo caso, a sus segundas o terceras generaciones. La actitud que a veces se observa sobre este tema se asemeja a las reacciones ante la emergencia climática: cierta resignación y mucha esperanza en que venga otro a resolver el problema.
Pero tal vez asumir una posición pasiva ante estos profundos cambios no sea la mejor estrategia, y mucho menos una respuesta adecuada.
Según el estudio “How will automation impact jobs?” de Deloitte, el 30% de los trabajos tienen un riesgo potencial de ser automatizados para mediados de la década de 2030.
Este porcentaje se acentúa en aquellos trabajos donde existan labores manuales y/o tareas rutinarias, y tendrá especial impacto en los trabajadores de baja cualificación. No parece ser el mejor momento para no preocuparse por la formación.
Un estudio similar de McKinsey, “A future that works: Automation, Employment and Productivity” muestra valores similares, e incide especialmente en que en torno al 60% de todos los puestos de trabajo poseen al menos un 30% de contenido que se puede automatizar. El informe de McKinsey agrupa estas tareas en recopilación de datos, procesamiento de datos y actividades físicas predecibles. Muy pocos puestos de trabajo escaparán a algún grado de automatización.
El Informe muestra una preocupante pérdida de relevancia entre ciertos puestos de trabajo que podríamos destacar, como aquellos ubicados en el ámbito administrativo, personal de contabilidad y gestión de nóminas, personal de procesamiento de datos y secretarias:
No todo está perdido
Sin embargo, la automatización no implica el reemplazo por entero de los seres humanos en ciertos trabajos. En realidad, la automatización permitirá a las personas liberarse de las tareas repetitivas y de bajo valor, para poder asumir tareas que proporcionen mayor impacto en las organizaciones. Bien enfocado, la automatización no es un problema, sino una oportunidad.
En ese sentido, el informe de Deloitte “2020 Global Human Capital Trends” muestra que el 54% de los responsables de recursos humanos considera que el número de trabajadores probablemente permanecerá similar a pesar de la automatización, pero que la naturaleza de dichos puestos de trabajo va a cambiar.
Y es que el 2018 Global Human Capital Trends Survey de Deloitte ya destacaba que hay ciertas demandas crecientes como complex-problem solving (63%), habilidades cognitivas (55%), habilidades sociales (52%) y habilidades de procesamiento (54%). Es decir, cada vez la automatización nos requerirá disponer de mejores habilidades humanas (de mayor carga intelectual y menos labores mecánicas).
La modernización por la tecnología no es algo nuevo, pero sí un fenómeno que se está intensificando. Nos encontramos con un paradigma que se está terminando por instaurar en los últimos veinte años, y que rara vez había afectado tanto, a tanta población y de forma tan contundente.
Bajo este nuevo escenario, tu formación académica, especialmente en lo que se refiere al grado universitario o de formación profesional, no bastará para mantener tu competitividad como empleado. Cada vez importa menos tu título académico por el simple hecho de tenerlo, porque se devalúa cada año a medida que el mundo sigue avanzando. Nos guste o no, nos vemos abocados a un enfoque de aprendizaje sostenido en el tiempo, que refuerce tu formación y que demuestre que tu capacitación académica no sólo es suficiente, sino que también está actualizada.
La primera vez que oí sobre el lifelong learning fue a uno de los mejores profesores que tuve durante mi etapa universitaria, Marcos Colebrook. Gracias al lifelong learning y al ejemplo inspirador de Marcos, pude comprobar que este enfoque sobre el aprendizaje no sólo mejora el valor profesional de tu trabajo, sino que también se extiende positivamente al resto de los ámbitos de tu vida en general. Y todo ello sin darme cuenta de que, en un futuro, este paradigma iba a ser demandado por el mercado casi como si fuera una obligación.
En aras a mantener la competitividad laboral, ya no sólo contra otros seres humanos sino contra máquinas, debemos asumir una actitud de formación permanente, sin prisa pero sin pausa, en una maratón que nos durará toda nuestra vida.
Las competencias demandadas en el futuro
El informe “The Future of Jobs 2020” del Foro Económico Mundial estima que en torno al 40% de los trabajadores necesitarán actualizarse para la adecuación de sus competencias actuales y que el 94% de los líderes empresariales ven necesario adquirir nuevas competencias. Otra forma de entender estas cifras es comprender la siguiente (triste) realidad: la formación que tienes hoy no será suficiente en un mañana. Punto.
Según dicho informe, ciertas competencias son más necesarias que otras, entre las que destacan las capacidades analíticas, la resolución de problemas y el saber trabajar con personas.
Este otro informe de McKinsey, “Defining the skills citizens will need in the future world of work” establece 56 habilidades clave que permitirán a la población mantenerse competitiva:
Recomiendo volver a mirar los dos listados anteriores. Es muy probable que se conviertan en los aspectos críticos de las entrevistas de trabajo de la próxima década.
Resulta muy interesante observar que algunas de estas habilidades son técnicas y destinadas a gestionar información y sistemas cada vez más complejos (como el análisis de datos y estadística), mientras que muchas otras habilidades están relacionadas con habilidades interpersonales (lo que viene a denominarse comúnmente como soft skills, aunque Simon Sinek ha decidido rebautizar con bastante buen criterio como human skills). Una vez más, debemos profundizar en adquirir una combinación de habilidades humanas complejas, que conlleven una alta carga intelectual y que sean difícilmente mecanizables.
Cómo pasar a la acción
Si todo este escenario te impulsa a reflexionar y te ha surgido cierta inquietud de “debería hacer algo”, me alegro.
A continuación, comparto algunos humildes consejos que se me ocurren (y que me hubiera gustado que alguien me los hubiera dicho a mí mismo hace unos años) para pasar a la acción:
- Asume, desde la proactividad, que tu formación y tu competitividad laboral es tu responsabilidad. No esperes por los demás (incluyendo a tus compañeros de trabajo, incluyendo a tu jefe, y sobre todo, no esperes por el Estado en ninguna de sus formas)
- Mi recomendación personal es que te centres especialmente en desarrollar competencias
- El aprendizaje de tecnologías o los conocimientos concretos son interesantes, pero las competencias son transversales y tienen una mayor aplicabilidad en diferentes contextos
- La tecnología evoluciona (la certificación SQL Server 2000 – MCDBA ya no tiene tanta validez como hace 20 años) pero la competencia (la administración de bases de datos) perdura en el tiempo
- Como oí una vez a un gerente (uno de los mejores clientes que he tenido en consultoría): “tienes todo el conocimiento al alcance de tu móvil”. No necesitas nada más que eso o, en su defecto, un carnet de biblioteca.
- Para los hispanohablantes: el inglés es un requisito. Dedícale tiempo.
- Existen dos grandes enfoques en el desarrollo profesional: la hiperespecialización y el enfoque generalista.
- El primero se centra en un conocimiento específico sobre un cierto ámbito, profundo y díficil de replicar. Es el fundamento del especialista.
- El segundo se centra en la acumulación de competencias (skill stacking). Es el fundamento del generalista.
- Observo cierta tendencia reciente a destacar el enfoque generalista sobre el hiperespecializado. Aún así, me resisto a pensar que uno dominará sobre el otro. Elige el que más creas que se adapta a ti.
- Particularmente: si el enfoque generalista te resulta de interés, algo de contenido interesante: el libro Range de David Eipstein, el podcast 106 de Kaizen y este maravilloso post de Thomas Pueyo
- Hay infinidad de contenido en plataformas genéricas (Coursera, edX, MiriadaX, Udemy, Skillshare,…) y en plataformas específicas (Kaggle, Pluralsight, Udacity,…), donde realizar cursos. Es una forma cómoda y gratuita de formarte, donde además buena parte de la estructura de aprendizaje ya viene propuesta.
- Paradójicamente, la temática sobre la que te formes es casi irrelevante, comparado con el hecho de comenzar hoy mismo. Cualquier habilidad en el ámbito STEM (ciencia, tecnología, ingeniería y matemáticas – science, technology, engineering, and mathematics) será muy importante desde el punto de vista de empleabilidad. Sin embargo, las Humanidades dan profundidad a nuestra visión del mundo, potencian las habilidades interpersonales y te fortalecen como ser humano en aspectos donde las disciplinas científicas no llegan. En cualquier caso, ten presente que esta separación entre Ciencia y Humanidades es una falsa dicotomía.
- Lee y escucha
- El impacto de la lectura es difícil de compensar con otro tipo de actividad. Por poco tiempo que tengas, levántate 15 minutos antes o estira la hora de sueño un cuarto de hora más para leer. Busca contenido que te desarrolle profesionalmente (si no sabes cómo empezar, te recomiendo esta lista o, mejor aún, pídele consejo a alguien a quien admires profesionalmente).
- Escucha podcasts. No tiene por qué ser necesariamente de tu ámbito profesional. Cuanto más interesante te resulte intelectualmente, mejor.
- Rodéate lo mejor posible de contenido interesante. Sigue a personas en redes sociales que te aporten y resulten constructivas.
- Construye tu propio entorno personal de aprendizaje (PLE). Aunque no intentes implementarlo a la perfección de entrada, ya que eso sólo te provocará parálisis por análisis.
Un último consejo (y tal vez el más importante): empieza hoy. Dedica 20 minutos. No hay nada mejor que la acción.
Imagen bajo licencia Creative Commons. Fuente: Brian J. Matis