Últimamente ha coincido la recepción de diversos artículos, noticias, newsletter,… en mi correo sobre el mismo tema: el éxito, la actitud hacia el mismo y la sorprendente relación causa-efecto que parece existir entre determinación y resultados.
Por un lado, recomendaría echarle un vistazo a este enlace. Es una exposición, breve pero muy elocuente, sobre la capacidad del ser humano de sacrificarse a corto plazo por la previsión de un mejor resultado a medio-largo plazo. A través de un sencillo experimento con niños, el ponente comenta la curiosa relación entre esta capacidad y la consecución de éxitos personales.
Por otro lado, he leído recientemente un artículo sobre el genial Jeffrey Gitomer (recomiendo la lectura de cualquiera de sus libros… si dais con alguno), acerca del ya mediáticamente desgastado término de ‘crisis’ (me cuesta hasta escribir esa palabra, de la tirria que le he cogido de tanto oírla). En su motivador artículo “Now is the perfect time to step up, if you’re willing to risk it” (que puede consultarse aquí), pude extraer la siguiente perla:
The word is not recession – the word is opportunity. You and I are at the crossroads of that opportunity. The only question is who will take advantage of it?
Now is not the time to worry, or wait. Now is the time to self-evaluate. Take stock. Do an inventory. Total your assets. And come to grips with who you are, and who you want to be. Then take action.
Y en tercer lugar, un post de Vicens en el que expone su opinión de que, al menos en el ámbito laboral, la actitud del trabajador prima a largo plazo sobre los conocimientos o destrezas (más información sobre esto aquí). De nuevo, un hilo de pensamiento que confluye con otros al proponer determinadas características que conformen una mentalidad enriquecida, sana, positiva, trabajadora y optimista.
Todo esto me hace preguntarme…
¿Hasta qué punto sacrificamos el ahora por el bien posterior?
¿Qué capacidad de esfuerzo tenemos para con nosotros mismos?
¿Cuál es el nivel de compromiso que estás teniendo contigo mismo? ¿Te escuchas? ¿Te atiendes?
¿Hasta qué punto estás invirtiendo tiempo y energía en ti mismo?
¿Eres tu cliente más importante?