3. Persevera
La única forma que he visto de aprender a esquiar o a hacer snowboard es a través del ensayo repetitivo de ejercicios. Consiste en una maravillosa oportunidad para poner en práctica el principio de «ensayo y error».
Necesitas desarrollar nuevas habilidades y nuevas conexiones sinápticas para moverte adecuadamente, en un camino con pendiente y con ambos pies atados a un trozo rígido de madera. Tus músculos deben re-aprender, tu cerebro debe pensar de otra forma, tu organismo debe adecuarse a esta nueva forma de desplazamiento.
No puedes aplicar lo que ya sabes sobre cómo caminar para esto. Tienes que volver a desarrollar el proceso de pasar de ir a gatas a caminar.
Cada ejercicio tiende a contener multitud de fallos, de errores. Cada fallo que cometes suele contener una caida. Es muy frecuente caerte decenas, centenares de veces mientras aprendes.
Caerte produce dolor, y el esfuerzo de volver a levantarte. Eso no te gusta.
Surge la frustración. En algunas personas incluso la vergüenza, o la falta de confianza en que finalmente aprenderán.
Pero, si asumes que las caídas forman parte del aprendizaje, si asumes que para acertar hay que equivocarse antes, si asumes que lo más importante es mantener la vista sobre el objetivo (lo que realmente deseas), toda esta situación es asumible.
Las personas que buscan soluciones a corto plazo, que tienden al camino fácil, se desesperan.
Las personas que mantienen el deseo de obtener los resultados, los que piensan a largo plazo, evolucionan.
Thomas Edison dijo «El genio es uno por ciento de inspiración y un noventa y nueve por ciento de transpiración«. Un proverbio chino dice «Si te caes siete veces, levántate ocho«.
Manten siempre tu mente arriba. No permitas que la frustración reduzca tu espíritu.
Celebra el esfuerzo, no el resultado.
Otros años terminaba cada jornada de snowboard y, en función de lo que obtenía, me sentía mejor o peor conmigo mismo. Este año no. Este año procuraba terminar siempre satisfecho de mi esfuerzo, independientemente de cómo hubiera ido el día. Incluso cuando hubo un día en el que a las 2 horas de comenzar tuve que terminar bruscamente, por dolor en una de las articulaciones. Me daba igual. Había salido a darlo todo y ese día, hice todo lo que pude. Lo había dado todo. Y con eso me bastaba.
El resultado era que al día siguiente volvía a las pistas con actitud positiva, destinado a hacerlo lo mejor posible, sin ningún sentimiento de culpa por nada de los días anteriores.
4. Encuentra tu ritmo
El primer año me sorprendió mucho ver la cantidad tan variopinta de personas que practicaban esquí o snowboard.
Hay parejas que están comenzando, y han decidido compartir juntos el esfuerzo de aprender. Pocas cosas hay más bonitas y más enriquecedoras para una pareja que realizar actividades juntos en igualdad de condiciones.
Hay parejas en las que claramente uno de ellos está comenzando, animados por el otro.
Hay grupos de niños de colegios o institutos en viajes de fin de curso.
Hay jóvenes que asisten en grupos de colegas, con el objetivo de disfrutar como pandilla de una actividad común.
Hay jóvenes que suben solos, independientes, para disfrutar de la nieve.
Hay familias que acuden para ir enseñando y capacitando a los más pequeños, introduciéndoles en eso de bajar laderas nevadas.
Hay personas mayores que aportan toda una elegancia técnica para contrarrestar la falta de capacidad física.
En cierta manera, me recordó mucho a las playas, donde hay de todo y (casi) hay sitio para todos.
Hay quienes van únicamente a disfrutar de pistas de categoría negra, hay quienes van unicamente a mejorar saltos en el snowpark, hay quienes apuran con velocidad hasta sus límites, hay quienes bajan meramente para dar un paseo.
Me dí cuenta de que si quería disfrutar realmente allí, debía primero encontrar mi ritmo.
Creo que la vida es muy parecida. Hay quienes están viviendo a todo tren, quienes están paseando, quienes sólo quieren determinadas parcelas, quienes están por disfrutar,… y todo son opciones válidas. Pero lo realmente importante es que tú encuentres tu propio ritmo, tu propio estilo… ya que es imposible que disfrutes algo si lo haces a ritmo ajeno.