La semana pasada tuve, una vez más, la maravillosa experiencia de un viaje con unos amigos a hacer snowboard.
En líneas generales, es una excelente oportunidad para mí para practicar deporte de forma intensa (4 ó 5 horas diarias), compartir agradables momentos con buenos amigos, ponernos al día en nuestras vidas (muchos vivimos muy distantes geográficamente) y, particularmente, también lo aprovecho para reflexionar. En cierta manera, es un checkpoint que me hago a mí mismo.
Este año me he preguntado si, después de varias ocasiones en las que he hecho el viaje, podría extraer y formalizar algunas conclusiones positivas… e incluso plasmarlas por escrito. ¡Y aquí está un adelanto!
1. Prepararse previamente
Es absurdo pensar que uno puede aguantar 4 ó 5 horas diarias de ejercicio físico prácticamente ininterrumpido, sin tener una preparación previa.
En la medida de las posibilidades de cada uno, por horarios, lesiones físicas u otros condicionamientos, cada miembro del grupo dedica energía y tiempo en las semanas anteriores para estar mínimamente preparado. Algunos van a correr, otros se apuntan a un gimnasio,…
El principal motivo de prepararse es poder disfrutar más intensamente del viaje. Estar una semana sin aliento todo el rato, con cara de esfuerzo, y pagando por ello, no es divertido.
De forma parecida, todas nuestras actividades más importantes requieren preparación. Y si levantamos la mirada y buscamos en el horizonte figuras que han triunfado en su vida personal o profesional (por ejemplo, ésta), nos damos cuenta de que uno de sus principales factores de éxito no ha sido únicamente un ferviente deseo de victoria, sino una adecuada preparación.
¿Asistes únicamente a tu trabajo por asistir? ¿Te estás preparando adecuadamente para ganar el combate de tu vida? ¿O esperas meramente que suene la campana de fin de este asalto y ya veremos que depara el próximo?
¿Estás preparándote para llegar a lo que quieres ser? ¿O esperas pasivamente que algún día alguien te proporcione la llave de una vida feliz?
2. Mantén el peso en la pierna adelantada
Una de las cosas que más me ha resultado curioso es lo que me dijo un amigo el primer año que fui a practicar (debería decir ‘aprender’) snowboard: «recuerda que el snow es un deporte que requiere una actitud activa, es casi algo agresivo, mantén el peso en la pierna adelantada o te caerás».
Evidentemente, no le presté mucha atención. Y por más que me caía, trataba de asimilar la frase que me comentó este amigo. Y al poco tiempo, descubrí a lo que se refería.
Cuando bajas sobre la tabla te colocas de perfil para alinearla con la pendiente y, aunque necesitas que el peso esté bien centrado, es la pierna de delante la que marca la dirección.
Pero la reacción instintiva, cuando ves que empiezas a coger más velocidad de la que te gustaría, es inclinarte hacia atrás. Mala idea. Con el peso en la pierna atrasada, se reduce tu capacidad de maniobra y de control a cero.
Como uno echa el cuerpo hacia atrás cuando está asustado, se crea la siguiente y paradójica relación causa-efecto: cuanto menos quieras caerte, más te caes.
Finalmente lo resolví trabajando más la técnica y, sobre todo, manteniendo una mente relajada y enfocada al éxito. Ya no pienso en caerme, y mi pensamiento se traslada hacia el mundo físico, por lo que me caigo muchísimo menos.
Lo curioso es que es ante todo una cuestión mental. En la medida en la que asumes lo que haces con iniciativa, proactividad, dinamismo activo,… mejor te sale. Porque el miedo puede ser útil en determinados momentos, pero a nivel mental es muy mal consejero.
Extrapolándolo a mi vida personal y mi vida profesional, me doy cuenta de que cuando he conseguido las mayores victorias, cuando he sentido con mayor intensidad la vida… era cuando no estaba sujeto a la prisión del temor.
El miedo a equivocarse rara vez sirve para algo, salvo para sufrir.
Desecha ese miedo. Elimínalo de tu mente. Sé proactivo. Asume riesgos responsablemente, y no los rehuyas. Ten iniciativa. Toma decisiones sin que te bloqueen los pensamientos negativos.
Actúa.