Aprender o no Informática

30 ene

Hace unas semanas, el Ministerio de Educación decidió retirar un conjunto de materias de Bachillerato, en las que se incluyen aquellas relacionadas con la informática. Fue una medida que generó cierta polémica y un fuerte rechazo de las asociaciones profesionales del ramo.

Unos días más tarde, la Ministra de Educación matizaba la situación en unas declaraciones a la prensa, indicando que ya existe contenido similar en la etapa curricular anterior (Secundaria). Unas apreciaciones que a más de uno le dió una sensación de dar marcha atrás tras las presiones de algunos colectivos. 

Considerar que los jóvenes no necesitan formación tecnológica porque ya tienen un uso cotidiano de tecnología -en forma de aplicaciones móviles o en su ocio- es absurdo. Ese argumento equivale a afirmar que no es necesario incorporar las enseñanzas de lengua, ya que utilizan el idioma todos los días de forma rutinaria.

Aunque, para ser estrictos, tampoco podríamos afirmar que un uso de Glovo o de Netflix (como he llegado a escuchar) pueda estar en el mismo puesto de “competencias digitales” que la capacidad para elaborar un informe escrito, generar cálculos y gráficas en una hoja de cálculos o aprender fundamentos de una base de datos. De hecho, algunos informes oficiales muestran una escasa capacidad profesional de la juventud española en la utilización de habilidades informáticas en el puesto de trabajo. No creo que estemos en disposición de agravar todavía más ese problema.

Por otro lado, aun considerando que “saber pedir comida por JustEat”, “utilizar Facebook” u “operar con la cuenta del banco” merezca una convalidación como “competencias digitales básicas”, nos olvidamos en ocasiones que la educación básica obligatoria pretende asegurar que los colectivos más desfavorecidos también tienen una formación mínima. Si queremos reducir la brecha digital en la población con riesgo de exclusión social, es necesario incorporar contenido curricular en los centros educativos. 

Hay quien afirma que “aprender tecnología es un error porque la afición por la tecnología se desarrolla de motu proprio, y porque no hay barrera tecnológica ni de acceso a los conocimientos (hay información más que suficiente y sin coste)”, algo que tampoco me parece un enfoque acertado. Basta con pensar en aplicar el mismo criterio para otras materias como las matemáticas, la historia o el inglés (imagina que no las enseñamos porque hoy en día cualquiera puede aprenderlas si quiere, y eso debe depender de la apetencia del alumno). Con este razonamiento, la totalidad del contenido que se enseña en los centros educativos desaparecería.

Alguno de los libros con los que empecé a programar

Existe otro razonamiento, erróneo a mi parecer, que es considerar que será suficiente con incluir la tecnología de manera transversal en otras materias. No se trata de una mala medida per se, pero claramente puede ser insuficiente. Independientemente de la duda de que todo el profesorado tenga la preparación (y actitud) para abordar este reto con garantías, no es posible considerar que esta medida permita desarrollar las competencias mínimas. No es posible sustituir la asignatura de Inglés, donde se profundiza en gramática y vocabulario, por el hecho de que en el resto de asignaturas haya una parte de las mismas que se imparta en ese idioma. No es posible sustituir la enseñanza de Lengua, bajo el pretexto de que ya se utiliza mucho el castellano en el resto de asignaturas. No es posible sustituir el aprendizaje de las competencias digitales, por el hecho de que “ya se ve un poco de eso” en el resto de asignaturas.

Otra reflexión interesante surge al presuponer que la informática no debe ser más importante que otras materias, como aquellas del ámbito artístico. Se trata de una falsa dicotomía, un sesgo cognitivo ideal para aquellas personas a las que les encanta plantear todo como “A o B”. Pedir que haya contenido de tecnología (llámese Informática o cualquier otro término), y recibir como réplica “¿Y qué pasa con la Filosofía? ¿O la Música?”, es tratar de plantear la realidad como una elección exclusiva. Como si hubiera que elegir una opción u otra. No se trata de elegir Matemáticas o Ciencias Naturales, Historia o Informática, Filosofía o Inglés. En diez años de formación académica, disponemos de más de 10.000 horas de docencia. En realidad, es tiempo suficiente como para que un ser humano finalice una educación con una visión clara, amplia y holística de cómo funciona el mundo. 

15 minutos esperando para cargar un juego que tenía 4 colores…

Hace escasos meses el Gobierno presentaba como reto que para el año 2025 el 80% de los ciudadanos alcanzarán competencias digitales básicas, de los cuales el 50% serán mujeres. Pues la reciente medida del Ministerio de Educación no parece ir en consonancia con esta directriz estratégica.

En realidad, muchas personas y colectivos que han mostrado su desacuerdo con esta medida regulatoria ponen de manifiesto la cruda necesidad de perfiles tecnológicos que ya se ven escasos hoy en día y cuya demanda se prevé en un aumento aún más elevado. No les falta razón, pero no se trata únicamente de contemplar la informática en los currículos educativos para crear programadores. Eso sería una visión simplista de lo que aporta aprender tecnología.

En pleno siglo XXI, la tecnología está absolutamente inmersa en todo lo que hacemos. Aprender sus fundamentos nos convierte en mejores ciudadanos, de la misma forma que conocer las reglas básicas de la física puede ayudarte a comprender el entorno que te rodea. Aprender las nociones básicas de programación potencia el razonamiento lógico, ayuda a comprender los mecanismos fundamentales de la tecnología que nos rodea, potencia la capacidad de análisis y puede incluso a llegar a estimular el pensamiento crítico. Aprender los fundamentos de la tecnología nos ayuda a pensar mejor.

 

Es interesante también tener en cuenta que basta con mirar un poco a nuestro alrededor para reconocer la tendencia en ciertos colectivos de peso, como el World Economic Forum, que nos instan a potenciar el conocimiento técnico y el desarrollo de carreras STEM. No es porque sea un ámbito mejor que otras ramas, sino porque estamos en un momento crucial de cambio. Mientras otros países están ya tomando medidas para incorporar estos conocimientos en sus currículos  y expertos como Enrique Dans lo definía en el año 2013 (¡en el año 2013!) como el reto del momento, nosotros en 2022 nos planteamos que retirar este contenido puede ser conveniente. Francamente, a veces creo que la capacidad del ser humano para ir en sentido contrario a la evidencia no parece tener límites.

Personalmente, no creo que se trate de enseñar a programar para tener más ingenieros de software, sino para tener mejores personas en nuestra Sociedad. No es que la informática sea más relevante que la historia o la geografía, sino que en un mundo como el actual, y con las previsiones futuras que tenemos sobre la mesa, no asegurar que la población posee unos cimientos sólidos en el uso de la tecnología, francamente, manifiesta falta de visión.

Si ampliamos un poco la vista, veremos que existe un conjunto de materias muy relevantes en nuestro desarrollo como personas, tanto a nivel personal como laboral, que no son tratadas adecuadamente en los centros educativos. Me refiero a ciertas habilidades, como la capacidad de tener una actitud optimista, la comunicación asertiva con los demás, la gestión de las finanzas personales, los conocimientos adecuados de nutrición, la resolución de conflictos, la capacidad de hablar en público y el saber abordar el trabajo en equipo. Habilidades que pueden determinar nuestro éxito, ya no sólo como trabajadores sino como meros ciudadanos. Todo lo anterior conforma un listado de aspectos que muchos no dominamos, que tiene una repercusión brutal en nuestra vida y que hemos tenido que aprender por nuestra cuenta porque el sistema educativo ha tenido siempre la enorme capacidad de ignorar con increíble negligencia. Un sistema educativo que debería tener como base el desarrollo de la persona como individuo que contribuye a la Sociedad de la que forma parte. Ahora me pregunto, ¿deberíamos unir a este listado de “cosas que debería haber aprendido y nunca me enseñaron en la escuela” los conocimientos informáticos?

 

 

 

Imagen bajo licencia Creative Commons. Fuente: Howard County Library System

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *